Caracterización de la educación monástica y catedralicia
Con la caída del imperio romano y las invasiones
bárbaras, la luz de la educación de aquellas épocas poco a poco fue
desapareciendo, fueron pocas las escuelas que sobrevivieron. Una de las experiencias educativas que surgió
en este nuevo orden son los monasterios.
En primer lugar hay que contar los de la orden de los benedictinos,
quienes fueron pioneros en este tipo de escuelas. En ellos la experiencia de vida era
eminentemente religiosa. Su aspecto
intelectual era sumamente bajo, no así en lo relacionado a lo moral y
espiritual. En los monasterios se
formaban los monjes, quienes iniciaban ese proceso entre los 6 o 7 años y
duraba hasta los 14 o 15, tiempo en el que se les iniciaba en la lectura y la
escritura, así como en trabajos agrícolas y artísticos. Con el tiempo se comenzó la enseñanza de
algunos de los clásicos. También los
monasterios ofrecían un tipo de educación externa, dirigida a niños pobres. Las primeras escuelas monásticas aparecen en
el siglo IV y uno de sus precursores es Benito de Nursia (480-534), fundador de
la orden de los “benedictos”, quien además fundó el monasterio de “Monte
Casino”, en Italia. Según Benito de Nursia, “Un monasterio es una escuela al
servicio de Dios”. La orden de los benedictos se propagó rápidamente y con ello
la creación de las escuelas monásticas. De cualquier manera, ya hacia el siglo
IV, había surgido una institución educativa genuinamente cristiana, la escuela
monástica.
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